sábado, 19 de octubre de 2013

Contencioso 2.0: Lo que esconde la Ley Habilitante


El pasado 8 de octubre de 2013, el presidente Nicolás Maduro, después de leer un extenso comunicado ante la Asamblea Nacional, solicito que se le otorgarse una Ley Habilitante como herramienta jurídica extraordinaria para poder combatir los problemas de desabastecimiento y de corrupción que se han enquistado dentro de la sociedad venezolana dentro del estamento militar, boliburgués y opositor.

Esta medida excepcional le permitirá al primer mandatario, poder legislar sin consultas previas sobre materia laboral, procesal, civil, tributaria y administrativa sin el consentimiento de los demás poderes estatales, lo cual significa un cheque en blanco para el nuevo regente.

Esta medida es el corolario de una crisis iniciada hace 10 años atrás, cuando el gobierno nacional para afrontar la crisis del paro petrolero opositor, creo un control cambiario a la similitud de sus antecesores como Luis Herrera Campins o Carlos Andrés Pérez. Este control cambiario a diferencia de sus antecesores adquirió dimensiones temporales que produjo a largo plazo, una nueva clase especulativa que se aprovecho de las divisas preferenciales para defalcar el peculio público; esto genero un abandono de la actividad creadora de bienes y servicios, una constricción económica, una mafia aduanera y una estanflación nacional que ya asoma la asombrosa cifra de un 49%, la mas alta en el mundo después de Siria.

Por ende, ante tamaño responsabilidad, medidas coyunturales como nuevas subastas de dólares preferenciales y una re-restructuración de CADIVI, son paños de agua tibia que no solventaran ni la escasez ni la inflación, por lo cual es natural que estén preparando nuevas y arriesgadas medidas macroeconómicas, como es un posible “corralito” para los usuarios y la estatización de la banca comercial.

El corralito fue la restricción de la libre disposición de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros impuesta por el gobierno argentino en el 2001; esta medida busca evitar la fuga de divisas nacionales del sistema bancario, para así restringir la circulación de dinero, el consumo y por ende poner un coto al consumismo para tratar de frenar la inflación.

Esta medida puede ir de la mano con la estatización de la banca comercial, con el cual la Administración Publica se puede hacer con el dinero de los ahorristas para financiar sus actividades de forma momentánea mientras genera nuevos ingresos hipotecados a los chinos y afines; además de sacar del medio a la banca capitalista privada como principal competidor en la captación de fondos.

Tamaña decisión puede ser tomada bajo un marco propagandístico donde dirán que atacan los grandes especuladores, estableciendo para ello, bandas de consumo del cual el podrá disponer el ahorrista; pero la verdad es que el Estados y sus representantes se harán de los ahorros de millones de venezolanos, para seguir financiado su proyecto hegemónico y someternos a todos a una dieta mientras ellos se devoran el banquete.

Esta eventual crisis económica puede generar afecto nocivos en la región grancolombiana como se puede asimilar con el riesgo bancario que experimento Uruguay  en 2002, como coletazo del corralito, cuando miles de ciudadanos argentinos retiraron de forma azarosa sus ahorros que venían depositando en el sistema bancario uruguayo, caracterizado por su seguridad (cada vez que un banco uruguayo entraba en problemas de liquides, el Banco Central intervenía con fondos), por su liberalidad (facilidad para apertura una cuenta) y la libre circulación de divisas (depositar y retirar en varias monedad) que se puede comparar al sistema financiero panameño, el cual se ha engordado con el flujo constante de capital de Venezuela a ese país a través de diferentes medios.

Esta hipótesis puede propiciar un nuevo escenario de confrontación en el cual los anarquistas debemos participar, como adversarios al control estatal y a las clásicas reformas de la oposición demo-liberal venezolana; generando un discurso antagonista al control cambiario sin caer en reivindicaciones de apertura macroeconómica. Para ello, es necesario avanzar en la construcción de alternativas económicas al modelo actual, basadas en la autogestión generalizada de los medios de producción sin patrones, la toma decidida de la cuestión pública a través de la democracia directa y la socialización de los problemas colectivos que reactiven los principios de solidaridad y de apoyo mutuo en la colectividad. Pase lo que pase en un futuro inmediato, allí estaremos nosotros bajo el grito de “Que se vallan todos” llevando la cólera a las calles por una transformación global, sin izquierdas ni derechas en el poder.

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